La pandemia
nos ha puesto ante una realidad: la dependencia de China.
Hoy es la primera
potencia industrial del mundo. ¿Quiere ser la gran potencia política y militar,
o prefiere en esos terrenos mantenerse en un segundo plano?
Un país
milenario, una cultura que se remonta a 3 mil años atrás.
China es un país
complejo, con 200 millones de musulmanes. Dinastías diversas, una gran muralla
para aislarse del mundo, invasiones de las tribus mongólicas, decadencia de la
sociedad en el siglo XIX, territorios anexionados como el Tíbet, un problema
religioso y político, conflictos fronterizos con Rusia y Japón.
Un país y
dos sistemas: un férreo comunismo político junto a un capitalismo feroz. Unas
condiciones laborales propias del feudalismo… pero ¿cómo se llega a esta
situación?, ¿cuáles han sido los pasos que han llevado a un país atrasado,
devastado por dos guerras (la Segunda Mundial -su lucha contra Japón- y su
guerra civil) a ser la primera potencia industrial mundial?
Mao se
centra en derribar las tres montañas: imperialismo, feudalismo y capitalismo
burocrático. El objetivo es la industrialización, independiente y completa. La
agricultura, que ocupa a la mayor parte de la población, pasa a un segundo
plano y esto será la causa de hambrunas en el futuro.
Durante el
periodo que abarca desde 1949 hasta 1972, se van a asentar las bases de la
actual posición de China en el mundo.
Hasta la
fundación de la República Popular no hay apenas industrias, solo los astilleros
de Guanguean y algunas centrales eléctricas. Los equipos y los técnicos eran
extranjeros; comienza la construcción de los ferrocarriles, pero la maquinaria
viene de Inglaterra. El país solo aporta la mano de obra (mano de obra que
posteriormente emigrará masivamente a Estados Unidos y será la que construya
las grandes vías norteamericanas).
En 1949 el
país está destruido y agotado por las guerras y las pocas fábricas que se
mantienen en pie son obsoletas. Hay que situarse en el momento histórico: un
país inmenso, tanto en extensión como en número de habitantes (la mayor
población de la tierra). Un régimen acosado (tanto en el interior como en el
exterior), con una ideología que le separaba de los grandes países tecnológicos.
¿Cómo puede sobrevivir?, ¿cuál es el camino por el que se convertirá, en pocos años, en la gran potencia industrial del mundo?
En 1950 llega
“la ayuda soviética”: 156 proyectos de industria pesada, y un costo de 1600
millones de dólares de la época. A esta cifra hay que sumar 700 millones en
asistencia técnica y equipos procedentes de los países socialistas.
Un momento
sin precedentes en la historia del país, con unos resultados espectaculares: de
los 156 proyectos llegaron a término 150. El proceso tenía que ejecutarse en 15
años y se acabó en 10. La deuda se canceló con materias primas y productos
agrícolas.
Se realizó
el esfuerzo por medio de una alta colectivización agrícola (un 30% forzada y el
resto con desplazamientos de masas de campesinos a las grandes zonas
industriales). La agricultura será la pariente pobre de este proceso y el país
lo pagará muy caro. Un trienio de desastres naturales y la falta de tecnología
en la agricultura llevará el hambre a extensas zonas del país, reduciéndose la
ración de comida destinada a cada habitante.
También hay
que sumar las divergencias con los soviéticos (ideológicas en un principio y
geoestratégicas posteriormente) que los llevarán a la ruptura. El pago de la
deuda y la guerra de Vietnam (para China era su “patio trasero”), dejarán al
país empobrecido durante años. En la década de los sesenta y hasta mediados de
los setenta su papel en el mundo es anodino. Sin representación en la ONU,
embargada por el mundo occidental, el país está encerrado, pero no quieto.
En 1978 China
tenía activos industriales por valor de 900.000 millones de Yuanes, ya había
pagado su deuda, unos 700.000 millones, con sus productos agrícolas.
Es esa
política la que hace que el país alcance un crecimiento del 12% anual, pero con
un gran desequilibrio entre industria y agricultura y una brecha brutal entre
acumulación y consumo.
Empieza en
ese momento el asalto a la economía mundial:
1971- (octubre) China se convierte en miembro de
la ONU.
1972- es la
fecha de la visita del presidente Richard Nixon a Pekín. La diplomacia del
ping-pong. Los norteamericanos pretenden cercar a los rusos, mientras tanto
estos se están metiendo en el avispero afgano. Más de 40 países establecen
relaciones diplomáticas. Se acaban los bloqueos económicos y tecnológicos.
Richard Nixon (derecha) y el primer ministro
Chino, Chou En-lai, en Shanghai en 1972
Chino, Chou En-lai, en Shanghai en 1972
1975- Zhou
En Lahi presenta el informe sobre la labor del gobierno, en la IV Asamblea Popular.
Presenta al mundo un país disciplinado (en lo social y en lo laboral), sin
deudas, una balanza fiscal equilibrada. Para muchos es el punto de partida para
ser los primeros del mundo.
1978- III
sesión plenaria del partido Comunista Chino. Se toman medidas en reformas
económicas de apertura. El país ajusta la estrategia industrial dando prioridad
a la industria ligera.
1979- Se
promueve la política de desarrollo de la industria ligera: préstamos,
conversión de divisas, inversiones en infraestructuras, inversión en tecnología…
Durante dos
años Deng Xiaoping recorre el sur del país. Quiere estudiarlo a fondo A raíz de
ello planifican ciudades, aeropuertos, carreteras, polígonos industriales … Es
el gran salto adelante. Su visión del mundo es global.
1980- Supera
a Francia e Inglaterra en valor industrial. China es el tercero del mundo por
detrás de EE. UU. y Alemania.
1985- Felipe
González visita China. De esta visita quedará la famosa frase (frase que
marcará la política española): “Da igual gato negro o blanco, el caso es que
cace ratones”.
1992- Las
reforman marcan el cambio de la economía planificada a la de mercado.
2001- Entra
en la Organización Mundial del Comercio, es la globalización. El mundo cambia y
el país rompe todos los planes de producción a nivel mundial. En los tres años
siguientes las 500 empresas más importantes del mundo empiezan a fabricar en China.
2010- Ya es
líder mundial en la producción de 100 artículos, desde el más simple hasta el
aparato tecnológico más avanzado.
¿Dónde
empieza el peligro chino? En un principio se pensó que sería la maquila del
mundo, cuando empiezan a producir sus productos. Tomemos el caso de México,
durante años han sido y son la maquila de Estados Unidos, pero no han pasado de
ahí. China sí, ha pasado de ser el taller al fabricante, de ensamblar los
móviles baratos de Nokia (fue la primera empresa de telefonía que empezó a
fabricar allí) a poner contra las cuerdas la supremacía mundial de Estados
Unidos, al disputarles el liderazgo en la tecnología 5G.
Pero ¿está
preparada para asumir la supremacía mundial, o pretende quedarse donde está?, ¿puede
subir ese escalón o, por ahora, no puede?
Para ser la primera
potencia mundial son necesarias varias condiciones; a China le faltan dos y,
posiblemente, las mas importantes: tener un ejercito que pueda dominar el mundo
y una moneda que le permita estar al amparo de sobresaltos económicos.
Hoy por hoy
la maquinaria de guerra norteamericana es la más eficiente del mundo. Desde la
segunda guerra mundial los marines han dominado el planeta. La guerra de Vietnam
fue una experiencia amarga. La doctrina Monroe (siglo XIX) fue la que marcó la
política militar exterior norteamericana: intervenir, estabilizar y que una
elite maneje el país dirigida por ellos (nunca administrar directamente un país
-Nicaragua es el ejemplo-).
La cantidad
de armas nucleares, misiles de todo tipo, barcos, aviones, tecnología de
transmisiones, drones, equipamiento individual del soldado, hacen un ejército
norteamericano invencible hoy en día. China no pelea contra Estados Unidos en
ninguna parte del mundo. Los rusos lo hicieron y nunca fueron capaces de ganar.
Si a esto unimos el dominio del espacio por parte de los americanos,
entenderemos que China no tenga ganas de entrar en conflicto ni necesidad.
Con respecto
a la moneda sí tenemos un gran problema. El dólar es la moneda del mundo (el
euro no lo intenta ni tiene interés). Depender de una moneda que no manejas y
que es la de tu gran rival, tiene sus complejidades; aunque las complejidades
son mutuas. En el fondo los dos se necesitan por razones distintas pero
complementarias.
China
también tiene un conflicto interno a causa de las diferencias sociales. Registra
el mayor número de millonarios y multimillonarios del planeta, pero a la vez,
una clase obrera muy explotada. Las condiciones laborales son impensables en
Europa, Estados Unidos, Canadá, Japón, Nueva Zelanda, Australia, etc. Hacinamiento,
problemas de contaminación; un régimen político que no admite la mínima censura,
un control exhaustivo sobre la población (no existe el termino intimidad). ¿Hasta
cuándo va a aguantar la población esta situación?, ¿cuándo la burguesía va a
reclamar su trozo del pastel?
¿Puede
seguir China siendo la fábrica del mundo?
El Covid-19 ha puesto sobre el tapete
los problemas que acarrea la dependencia de un país lejano para los suministros
médicos (podrían haber sido de cualquier otro tipo). En el caso de que esto sea
el fin de la globalización, como subyace en el subconsciente de Europa, China
sería el país que saldría perdiendo. La contracción económica que se va a producir
se sentirá en el consumo y, si el consumo baja, China pierde.
A su favor
juegan una serie de bazas, pero el problema sería grave. ¿Qué haces cuando tu
actitud provoca rechazo?, ¿cuándo te mira el mundo con desconfianza? Los
comercios de los chinos comienzan a provocar rechazo (de ahí las donaciones de
comerciantes); un parón en su economía les provocaría problemas económicos y
sociales.
¿A qué se
enfrenta China? ¿Cómo va a reaccionar el mundo cuando esto acabe? ¿Seguiremos
como si nada hubiera pasado o el mundo se replanteará la situación? ¿Se acabó
ese consumo desenfrenado de productos baratos procedentes del país asiático o
consumiremos menos y procedentes de nuestro propio país? Nadie tiene las
respuestas.
El hombre es el animal más imprevisible del planeta.
La realidad es
que estamos ante un dilema ante el cual nos jugamos mucho, más de lo que
creemos.
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